Forna

El Encanto Natural y Cultural de la Joya Más Alta de La Cabrera

Forna, una pintoresca pedanía del municipio de Encinedo en la comarca de La Cabrera Baja, es un lugar donde la naturaleza, las tradiciones y la historia se encuentran para ofrecer una experiencia única.
Es el pueblo más alto del municipio, a 1200 metros de altitud, y su ubicación privilegiada en una suave pendiente cerca del río Cabrera le confiere un paisaje espectacular.
El pueblo se caracteriza por su arquitectura tradicional de la Cabrera, con casas de piedra de pizarra que parecen haber surgido directamente de la ladera de la montaña. A la entrada del casco urbano, la Ermita de los Remedios se levanta como un mirador natural desde donde se puede apreciar la belleza del entorno. El pueblo está dividido en dos barrios, y el superior, aunque deshabitado la mayor parte del año, conserva la esencia de lo que fue la vida en Forna en tiempos pasados.
Los paisajes de Forna son especialmente encantadores en otoño, cuando los chopos del valle se visten de amarillo y el entorno se transforma en un cuadro natural lleno de color.
Los huertos, praderas y pequeños campos de cultivo reflejan la conexión del pueblo con la tierra y sus tradiciones agrícolas.
Su riqueza paisajística, su patrimonio arquitectónico y sus tradiciones hacen de este pueblo un destino ideal para quienes buscan descubrir la autenticidad de la vida rural en un entorno de incomparable belleza.

Historia y Patrimonio

Forna, se distingue no solo por su impresionante entorno natural, sino también por su rica historia y patrimonio. Como parte del municipio de Encinedo, Forna ha mantenido una conexión íntima con su pasado, reflejada en su arquitectura, tradiciones y en cada uno de sus rincones.

Los orígenes de Forna se remontan a tiempos antiguos, cuando la región de La Cabrera se encontraba habitada por comunidades que vivían de la agricultura, la ganadería y la explotación de recursos naturales. La ubicación del pueblo, en una suave pendiente y cerca del río Cabrera, ha jugado un papel crucial en su desarrollo. El agua del río no solo irrigaba los campos de cultivo, sino que también alimentaba molinos harineros que eran fundamentales para la economía local.

Forna fue mencionada en la primera mitad del siglo XIX en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, obra de Pascual Madoz. En este documento, se describe a Forna como un lugar con alrededor de 80 casas, cubiertas de paja o pizarra, y una iglesia parroquial dedicada a San Miguel. La referencia a esta iglesia como matriz de Losadilla sugiere la importancia de Forna dentro de la estructura eclesiástica y administrativa de la época. La población, aunque pequeña, era autosuficiente, y el terreno fértil permitía la producción de centeno, patatas, castañas, lino y hortalizas.

El patrimonio arquitectónico de Forna es uno de sus principales atractivos. El pueblo conserva la arquitectura tradicional de La Cabrera, caracterizada por el uso de la piedra de pizarra tanto en los muros como en las cubiertas de las casas. Este estilo constructivo no solo responde a una necesidad funcional, dada la abundancia de este material en la zona, sino que también aporta una estética única y armoniosa que integra las edificaciones con el paisaje montañoso.

Uno de los elementos más destacados de Forna es su fragua, un lugar donde se trabajaba el hierro de manera artesanal y que ha sido restaurada recientemente. Este espacio no solo habla de la importancia de la metalurgia en la vida cotidiana del pueblo, sino que también simboliza la resistencia y habilidad de sus habitantes para adaptar sus recursos naturales en beneficio propio. Junto a la fragua, un molino harinero también restaurado se erige como testimonio de la antigua economía agrícola y la autogestión de los recursos locales.

.En el centro del pueblo se encuentra la iglesia parroquial de San Miguel, un edificio que, aunque en ruinas, sigue siendo un punto emblemático de Forna. La iglesia, situada en un promontorio rocoso, se destaca por sus muros pardos en los que se incrustan blancas piedras de cuarzo, un detalle que le otorga un carácter único y que despierta la imaginación de quienes la contemplan, evocando leyendas y misterios del pasado.

Otro edificio de relevancia histórica es la rectoría, también en ruinas, que junto a la iglesia forma un conjunto que evoca tiempos pasados. Estas estructuras no solo servían como centros religiosos, sino que también eran lugares de reunión para la comunidad, fortaleciendo los lazos sociales y espirituales entre los vecinos.

A lo largo de los años, Forna ha enfrentado el reto de preservar su patrimonio en un contexto de despoblación y cambios económicos. Sin embargo, los esfuerzos por restaurar y mantener sus edificaciones emblemáticas, como la fragua y el molino, demuestran un compromiso por conservar la historia viva del pueblo. Además, la arquitectura tradicional sigue siendo un atractivo para los visitantes, quienes encuentran en Forna un ejemplo auténtico de la vida rural en La Cabrera.

Forna, con su riqueza histórica y patrimonial, sigue siendo un testimonio de la vida rural de La Cabrera, un lugar que invita a explorar, a descubrir y a preservar.

Naturaleza y Paisajes de encanto

Forna el pueblo más alto del municipio de Encinedo, se encuentra en un entorno natural privilegiado que combina montañas, ríos y una arquitectura perfectamente integrada en el paisaje. A 1200 metros sobre el nivel del mar, el acceso a Forna comienza con una carretera sinuosa que asciende desde Losadilla, ofreciendo vistas espectaculares de la Sierra de la Cabrera y los valles circundantes.

A la entrada del pueblo, la Ermita de los Remedios se erige como un mirador natural, rodeada de un roble y un nogal centenarios. Desde esta pequeña explanada, se puede admirar un panorama de Losadilla que se despliega en dos barrios escalonados a lo largo de la ladera del valle. El Barrio Alto, habitado solo en verano, conserva la esencia de la arquitectura tradicional de la Cabrera, con sus muros y techos de pizarra que parecen brotar de la propia montaña. En otoño, los chopos que bordean el valle se tiñen de un amarillo vibrante, dando la sensación de un río de hojas doradas que fluye por el paisaje.

Los molinos harineros y la fragua, recientemente restaurados, son testigos de la antigua vida rural del pueblo. La combinación de praderas, huertos y hileras de chopos en el valle refleja un paisaje donde la naturaleza y la intervención humana coexisten en perfecta armonía. Las casas de piedra, muchas de ellas en ruinas, aún conservan detalles únicos como aleros decorados, hornos y los famosos “culadeiras”, piedras labradas que servían tanto para desaguar como para hacer la colada.

El terreno, de buena calidad y en su mayoría de regadío, favorece la producción de centeno, patatas, castañas, lino y hortalizas, reflejando una conexión íntima con la tierra. Los bosques circundantes, hogar de jabalíes, corzos y cabras monteses, añaden una capa de riqueza natural a este entorno, convirtiendo a Forna en un paraíso para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad rural.

En definitiva, Forna es un lugar donde la naturaleza y la arquitectura tradicional se entrelazan de manera armoniosa, ofreciendo un paisaje que no solo invita a ser admirado, sino también a ser vivido y experimentado en su autenticidad.

Costumbres y Tradiciones: Una herencia viva

Las tradiciones de Forna son un reflejo vivo de su rica herencia cultural y de la vida comunitaria que ha definido al pueblo a lo largo de los siglos. Una de las costumbres más distintivas es la celebración del último día del año, donde dos jóvenes se disfrazan de Año Viejo y Año Nuevo, recorriendo el pueblo en un ritual que mezcla humor, burla y generosidad. El Año Viejo, vestido con ropas gastadas, es objeto de bromas y desprecios, mientras que el Año Nuevo recibe obsequios de embutidos, nueces, huevos y dulces de los vecinos, con los que se prepara una cena para los jóvenes del pueblo. La velada culmina con un animado baile al son del tamboril y la pandereta, creando un ambiente festivo que refuerza los lazos comunitarios.

Otra tradición que destaca en Forna es la importancia de las reuniones sociales conocidas como «el serano». Estas reuniones, típicas de los meses de invierno, congregaban a los vecinos en casas particulares donde, entre historias y canciones, se compartían anécdotas y conocimientos. Las reuniones no solo servían para pasar el rato, sino también como una manera de mantener vivas las historias locales y las leyendas que forman parte del folclore de la región.

Las festividades religiosas tienen un lugar especial en el calendario de Forna. La iglesia parroquial de San Miguel, aunque en ruinas, sigue siendo un símbolo del pueblo y un punto de encuentro durante las festividades. Procesiones, ofrendas y ramos cantados son parte de las celebraciones que honran a los santos y conectan a los vecinos con su fe y tradiciones.

Forna también destaca por preservar la arquitectura típica de la Cabrera, con casas que conservan elementos únicos como aleros decorados, corredores cerrados con grandes tablas de roble y hornos antiguos. Estos detalles arquitectónicos no solo embellecen el paisaje urbano, sino que también son testimonio de las habilidades y costumbres de los antiguos habitantes del pueblo.

En Forna, las tradiciones no solo son parte de su historia, sino que también siguen vivas en el presente, ofreciendo a los visitantes una experiencia auténtica y enriquecedora que conecta con las raíces de la cultura cabreiresa..

Turismo y Actividades

Forna es un destino perfecto para quienes buscan un turismo auténtico, alejado de las rutas comerciales y masificadas. Su entorno natural, su patrimonio arquitectónico y sus costumbres vivas convierten a este pequeño pueblo en un lugar ideal para disfrutar de la tranquilidad y la belleza de la vida rural.
El turismo en Forna se centra en la exploración de su entorno natural y su arquitectura tradicional. Los visitantes pueden pasear por sus estrechas calles empedradas, admirar las casas de piedra de pizarra y disfrutar de la serenidad que ofrece este enclave montañoso. Las rutas de senderismo que rodean el pueblo permiten explorar la flora y fauna local, mientras que los aficionados a la fotografía encontrarán en Forna un sinfín de oportunidades para capturar la esencia de La Cabrera.

La Ermita de los Remedios, con su ubicación privilegiada, es un punto de visita obligado. Desde aquí, se obtienen algunas de las mejores vistas del pueblo y del valle, ideales para disfrutar de un momento de paz y conexión con el entorno. Los molinos harineros y la fragua restaurados son también puntos de interés que permiten imaginar la vida de los habitantes de Forna en siglos pasados.

Para quienes deseen disfrutar de la gastronomía local, Forna ofrece productos tradicionales que reflejan su conexión con la tierra, como las castañas, las patatas y el embutido casero. Las festividades locales, con sus comidas comunitarias y bailes tradicionales, ofrecen una oportunidad única para experimentar la cultura del pueblo en su máxima expresión.

Además, Forna es un lugar ideal para los amantes de la pesca, ya que los ríos cercanos son ricos en truchas, ofreciendo una actividad relajante y en contacto directo con la naturaleza. La caza también es una actividad tradicional en la zona, con la presencia de especies como jabalíes y corzos que habitan los bosques circundantes.

En resumen, Forna es un destino que invita a descubrir la belleza de lo auténtico, un lugar donde cada piedra y cada tradición cuentan una historia, y donde el visitante puede sumergirse en una experiencia de turismo rural genuina y enriquecedora.

Cómo Llegar

Desde Ponferrada a Forna hay 68,3 Km. y se tarda 1 hora y 30 minutos en llegar.
Puedes ver las indicaciones aquí.
Desde La Bañeza a Forna hay 82,9 Km. y se tarda 1 hora y 16 minutos en llegar.
Puedes ver las indicaciones aquí.

1200 m

Altitud

fornaliegos

Gentilicio

12

Habitantes

24746

Cod. Postal

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